En la mira

Al final, pierde Marcelo

* Está muy mal asesorado

* “Puedo estar en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”: Voltaire

 

Una vez más analizamos a Ebrard y pareciera que estamos en campaña contra él; pero no es así, no tenemos absolutamente nada en su contra; sin embargo, su proceder, que no es el de un político de alto nivel (mesurado), debería formar parte de la historia de la política en cualquier país, pero sólo para que las nuevas generaciones aprendan cómo no se debe actuar. Ojalá estas reflexiones sirvan para que queden atrás las actitudes infantiles, los exabruptos y prevalezca la altura de miras.

Ninguna Iglesia debe interferir de ninguna manera en asuntos exclusivos del Estado, pero no se puede impedir a nadie el derecho a expresar su opinión.

El cardenal Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de Guadalajara, está en contra de los matrimonios entre homosexuales y desaprueba también la adopción de menores por parte de estas parejas y tiene todo el derecho a hacérnoslo saber.

Ni él ni nadie, menos los que forman Opinión Pública, deberían expresarse a base de insultos (que nos permiten diagnosticarles coprolalia) y/o con descalificaciones a priori; el que lo hace se autodescalifica (Y hay periodistas que abusan tanto de la coprolalia como de la descalificación sin sustento), pero si ese es su proceder tampoco nos debemos santiguar o tirarnos al piso, en el pecado llevan la penitencia.

Ahora Sandoval dijo que Marcelo Ebrard Casaubón había “maiceado” a los ministros de la Corte para que aprobaran las bodas mencionadas, textualmente declaró: “Marcelo Ebrard junto con organismos internacionales maiceó a los magistrados (sic) de la Suprema Corte, que recibieron dádivas”; en otras palabras, que los sobornó.

Ebrard lo amenazó con proceder penalmente si en un plazo no mayor de 24 horas no le pide disculpas o se retracta. Los abogados del Jefe de Gobierno del DF anunciaron que preparan la denuncia.

Pero una vez más, ese proceder furibundo de Marcelo lo muestra como poco hábil para ser político, o como le dijera López Portillo en una ocasión a un subordinado que habló de más: “Qué necesidad había de que se metiera en esa bronca”.

De entrada, el jefe de Gobierno ya se echó encima a millones de feligreses que apoyan a su Iglesia y a sus representantes, sobre todo a un cardenal. ¿Está bien, o mal que lo hagan? Qué más da, lo hacen y en consecuencia aquí ya perdió el funcionario. Peor todavía, muchos no saben que Ebrard pertenece a una congregación religiosa que no es la que siguen los millones de mexicanos que vienen en peregrinación cada año a la Basílica, la llamada Eparquía de Nuestra Señora de los Mártires del Líbano en México.

Ésta es una diócesis maronita cuya máxima autoridad es Monseñor Georges Saad Abi-Younes, quien ya ha declarado su apoyo a Sandoval Íñiguez en este asunto. A la hora de votar por el próximo precandidato a la presidencia o por el candidato ya nominado habrá quienes con estos datos en mente vean como extraño a Marcelo y no voten por él y otra vez pierde éste.

¿Y cuáles son los escenarios?

1.- No se retracta Sandoval, ni le ofrece una disculpa a quien se declara ofendido y éste procede penalmente en su contra:

a.-) Aprehenden al cardenal y queda horas preso mientras consigue un amparo o la autoridad lo deja ir. La ira popular contra Marcelo es incontenible y crece como una ola. Se desista o no, haga lo que haga el daño está hecho, ha perdido apoyo popular y posibles votantes por miles, o millones. Dadas las consecuencias, la prensa lo exhibe y al final queda en ridículo. La nominación ya es impensable.

b.-) Lo piensa bien Marcelo y no procede penalmente. Los medios se burlan de él y queda también en ridículo.

2.- Se retracta el cardenal, o le ofrece la disculpa solicitada al que dice haber sido ofendido. Éste lo perdona, pero la sensación de los feligreses es evidentemente de animadversión contra el que tuvo la osadía de querer meter a la cárcel a su querido cardenal y el político pierde votos, ¿cuántos? ¿Qué importa cuántos? El político que actúa sin pensar en los votos que va a ganar o a perder, por mucho que diga que primero están sus principios, no tiene la suficiente sangre fría como para tomar decisiones ejecutivas, la llamada reacción ante lo inesperado, y no va a llegar lejos.

Marcelo con seguridad escuchó opiniones de sus asesores antes de amenazar al cardenal, pero le hizo falta alguno que le recordara las palabras de Voltaire: “Puedo estar en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo".

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